Chris Skidmore
Propietario de Gocycle G3
(Chris recorrió 950 millas (1 530 km) en su Gocycle G3 desde Land’s End hasta John O’Groats para sensibilizar sobre la salud mental y recaudar fondos para Young Minds.)
“La bicicleta hizo que la parte física fuese fácil. Facilitó el viaje.”
No estoy seguro de cómo registrar mi hito oficialmente en la End-to-Enders Association, pero esa no era la cuestión. Me había llevado un poco menos de 14 días recorrer las aproximadamente 950 millas (1 530 km) de mi ruta en solitario desde Land’s End hasta John O’Groats. No había habido un solo día en el que no pensara en cómo me sentiría al completar el viaje.
Sin embargo, la realidad quizás no fue lo que yo esperaba. Las 16 millas (25 km) finales de la última mañana transcurrieron bajo una lluvia torrencial y una brisa del norte. Llegué a la señal justo después de las 09:30. Tenía las manos y los pies entumecidos. La señal telefónica se perdió a 2 millas (3 km) de llegar, en la cima del último pico. Tenía puesta toda la ropa que llevaba, excepto algunos pantalones deportivos.
Así que no pude contarle a nadie el final de mi viaje. Dos motociclistas, empapados y tiritando, me hicieron amablemente una foto con mi móvil. Fui a una cafetería, donde un personal apático me sirvió un café frío y una pareja de australianos me preguntó si venía desde lejos. «Desde Land’s End», contesté con orgullo. «¿Dónde está eso?», preguntaron. Regresé con mi mejor amiga para toda la vida, la Gocycle, y volvimos a Wick tan rápido como pudimos. Ya no me importaba tener los pies, las manos y la cara entumecidos. Misión cumplida.
Fue un viaje dedicado a la salud mental. Ha supuesto un desafío para mi hija Harri. Ella ha sobrevivido a algunas experiencias horribles. Sigue luchando. Continuamente. Young Minds es una organización benéfica que la apoya. A cambio, Harri es una embajadora de la organización. Está preparada para explicar y hablar sobre la salud mental y el estigma que la rodea. Yo trato de apoyarla y hago lo mismo. No es un mérito, es un horror. De aquí es de donde surgió, en parte, la idea de ir desde Land’s End hasta John O’Groats (LEJOG). Me preguntaba cómo recaudar fondos para la organización benéfica y, a partir de una conversación ad hoc, conseguí una generosa donación de 5 000 £ (5 700 €) de una empresa con la que había trabajado: Palantir Technologies. Dos semanas más tarde, estaba en la carretera con mi bicicleta dirigiéndome hacia el norte.
No le conté a mi madre que estaba haciendo el viaje hasta que lo terminé. No quise preocuparla. En realidad, no estaba seguro de poder hacerlo con casi 57 años. Tampoco estaba seguro de que fuese una idea sensata. Me preguntó sobre el entrenamiento y la planificación. Me temo que no he estado a la altura de mi capacidad. Como oficial de la marina, uno esperaría que hubiese sido meticuloso. Pero, en realidad, no lo fui. Algunos días entre semana, recorría un par de millas en una Brompton para ir a trabajar, pero eso era todo. No reservé con antelación, ya que no estaba seguro de lo lejos que llegaría cada día ni de cuántos días tardaría en realidad.
De promedio, recorrí alrededor de 70 millas (110 km) al día. Unos días, más; otros días, menos. Utilizaba normalmente la bicicleta en lo que yo llamaría un modo manual, y había establecido mi propio perfil LEJOG en la aplicación. Esto requería un gran esfuerzo antes de utilizar la batería. A mi parecer, siempre debía tener algo de carga de reserva. En general, terminé la mayoría de los días con una carga aproximada del 50 %. Solo hubo un día (perdido en alguna carretera de Exmoor) en el que se agotó. La bicicleta no me decepcionó en ningún momento. El asiento era cómodo (la mayor parte del tiempo no utilicé pantalones cortos acolchados). La geometría era fabulosa y la relación de transmisión muy buena. No hubo ascenso que la bicicleta no tuviese bajo control, y eso incluye subidas de 400 m en Shap, los Cairngorms y varias más al norte. Sufrí dos pinchazos, uno en cada goma y, curiosamente, el mismo día en calzadas bien acondicionadas. Si había algún punto débil en mi relación con la bicicleta, iba a ser yo.
Y así, volvemos al viaje y al desafío. La bicicleta hizo que la parte física fuese fácil. Facilitó el viaje. El verdadero desafío para mí era el mental. Había leído que Cornualles y Devon eran las partes más complicadas. No para mí. Fue en Shap y durante los siguientes días, cruzando Escocia, cuando sopló un viento frío del norte. Pensé que no podía más 30 millas (50 km) después de Pitlochry, después de 4 horas de escalada contra el viento hasta el paso de Drumochter atravesando sol, lluvia, granizo y nieve, y luego tener que pedalear cuesta abajo. Los siguientes días no fueron mucho mejores y mentiría si no le dijera que cada día miraba con frecuencia dónde estaban las estaciones y los horarios de los trenes. Hablé conmigo mismo. Hablé con la bicicleta. La bicicleta y yo bajábamos la cabeza cada mañana, nos concentrábamos y pedaleábamos. Por la noche, tenía pesadillas con un asfalto interminable y líneas blancas.
No me uniré a la asociación de viajeros solidarios End-to-Enders. He aprendido un poco más sobre mí mismo en este viaje. Sobre todo, he recibido un gran apoyo y ánimo de Young Minds, Palantir, Gocycle, compañeros de trabajo, amigos y familiares, que se han unido a mí y me han apoyado kilómetro a kilómetro. Esa asociación de personas es la asociación a la que me he unido y es fabulosa. Espero que juntos hayamos conseguido una mayor conciencia sobre la salud mental y sobre el gran trabajo que hacen organizaciones benéficas como Young Minds.
Puede encontrar más información sobre el increíble desafío de Chris en su página de recaudación de fondos